martes, 21 de julio de 2009

¿Cuál es la batalla más importante?

La Batalla por la MENTE humana


La primera línea de defensa es conocer al enemigo y sus tácticas. ¿Cómo podemos preservar nuestras mentes de la influencia penetrante del secularismo humano?


Por Robert Dick
Alo largo de la historia humana la obediencia a Dios ha sido un campo de batalla. Las batallas pueden cambiar, pero la guerra es siempre la misma. El apóstol Pablo lo expresó muy bien en Efesios 6:12: "No tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes".
Eva libró la primera batalla humana, una batalla sobre la credibilidad de Dios y el deseo de tener lo que no le pertenecía (Génesis 3:1-6). Jesús libró una batalla después de 40 días de ayuno. El enemigo deseaba obtener una gran victoria al tratar de inducir a Jesús a que se inclinara ante él y lo adorara (Mateo 4:8-11). El enemigo perdió esa batalla.
Desde los días de Jesús en adelante el campo de batalla básicamente ha sido el mismo. La lucha ha sido sobre la disponibilidad para obedecer a Dios a pesar de exponerse a perder la familia, el trabajo y (en la mayoría de los siglos) la propia vida (Lucas 14:26-27; Mateo 10:35-39). Los apóstoles y muchos de los primeros santos salieron victoriosos en la guerra, pero perdieron sus vidas físicas.
El siglo más reciente ha presenciado cambios dramáticos en el campo de batalla. Durante el siglo 20 fue muy raro que un seguidor de Dios se enfrentara a la pérdida de la vida como consecuencia de poner a Dios primero en su vida. La pérdida de la familia y los amigos fue todavía una consecuencia común, como lo fue también la pérdida del trabajo o la vocación.
El campo de batalla espiritual, así como los campos de batalla del mundo, ha cambiado dramáticamente durante las últimas décadas. Consideremos un barco de guerra moderno. En vez de llamar la atención con cañones como los que tenían los barcos desde los días de los galeones españoles y los buques de guerra británicos, los acorazados modernos tienen una apariencia poco interesante. Pero debajo de esa cubierta lisa y llana yace la capacidad en algunos casos de exterminar naciones enteras con sus misiles.
Los ejércitos ya no se alinean para combatir frente a frente como en los días de Napoleón. Las batallas se pelean por medio de misiles guiados por radar y láser, y los resultados de la batalla son registrados por medio de fotografías por satélite.
¿Dónde está entonces el campo de batalla espiritual moderno?
Está en la mente.
Tal como la guerra física se ha vuelto increíblemente compleja, así también la guerra espiritual. La batalla de nuestros días es la batalla por la mente humana.
Consideremos las palabras de Pablo al joven evangelista Timoteo. En 2 Timoteo 3, Pablo advirtió acerca de los tiempos peligrosos que vendrían en los últimos días. ¿Qué sería el peligro de los últimos días? ¿Hambre, plagas, señales cósmicas, la devastación de la guerra nuclear? No. Pablo enumeró 19 peligros y todos eran actitudes y procederes producidos por una mente perturbada espiritualmente.
Es posible que pocos de nosotros nos detengamos a considerar al escuchar la radio y ver los programas de televisión, o aun al leer el periódico o nuestra revista favorita, el número de veces que nuestras mentes se ven atacadas por las filosofías torcidas de nuestra época. Ya sea que nos demos cuenta o no, este es el campo de batalla. De hecho, nuestro adversario está muy complacido cuando no nos percatamos de ello. La cautela es imprescindible, aun en el mundo de la guerra espiritual.
Uno de los frentes de batalla: el humanismo
El humanismo publicó su manifiesto original en 1933. Fue un movimiento apoyado principalmente por hombres y mujeres en el campo de la educación, aquellos que forman las mentes de nuestros niños y jóvenes. Una reseña de la lista de hombres y mujeres que apoyan esta filosofía revelaría los nombres de educadores que enseñan en las universidades más renombradas del mundo, de pensadores bien conocidos, de autores famosos, de científicos y de dirigentes políticos. ¿Qué promueve el humanismo? ¿Qué enseña? Más importante aún es la pregunta: ¿Qué produce en las mentes de aquellos que son influenciados por sus enseñanzas y filosofías?
Es muy revelador echarle una mirada al documento titulado "A Secular Humanist Declaration" ("Una declaración del humanismo"). Permítanme resumir los puntos notables contenidos dentro de sus 10 preceptos. Al leerlos, consideren que los medios de salida para sus filosofías son los salones de clases de primarias, secundarias, preparatorias y universidades, los programas de radio y televisión, los tramas para las películas y obras de teatro, los contenidos de periódicos y revistas y la legislación gubernamental, por nombrar sólo unos pocos.
Las enseñanzas del humanismo
A continuación aparecen las 10 afirmaciones y un resumen editorial de los puntos relacionados con nuestra batalla.
1. La libertad de búsqueda de información. Se considera una tiranía sobre la mente del hombre el que cualquier institución eclesiástica restrinja el libre pensamiento. La religión no debe interferir en el derecho del hombre para pensar por sí mismo.
2. Separación de Iglesia y Estado. Las oraciones y los juramentos religiosos en las instituciones públicas, tanto políticas como educativas, no deben ser permitidos.
3. El ideal de la libertad. El documento afirma que la verdadera libertad incluye la libertad del control religioso.
4. La ética basada en la inteligencia crítica. Esta tesis muestra una profunda susceptibilidad hacia la interferencia de Dios en la vida. Hay varias líneas de batalla dentro de esta afirmación. Primero, que los griegos originaron el campo de la ética moral antes de que la religión entrara en este aspecto de la vida. Segundo, que la gente puede ser moral sin Dios. Tercero, que podemos vivir de manera íntegra y significativa sin necesidad de mandamientos religiosos.
5. La educación moral. Los niños no deben ser adoctrinados en una creencia religiosa antes de que sean lo suficientemente maduros como para evaluar sus méritos.
6. El escepticismo religioso. Los criterios tradicionales de la existencia de Dios son absurdos. La idea de que Dios ha intervenido milagrosamente en la vida humana es rechazada. La interpretación literal de las Escrituras es rechazada.
7. La razón. El documento ve con desagrado a las personas que están en desacuerdo con la "razón" y la "ciencia".
8. La ciencia y la tecnología. Los partidarios creen que la ciencia y la tecnología son la forma más confiable para entender el mundo.
9. La evolución. Este documento deplora la invasión que los fundamentalistas han hecho de los salones de clases con sus requerimientos de que se enseñe el concepto de la creación sobrenatural. La creencia es que si se permite esto, puede menoscabar la credibilidad de la ciencia.
10. La educación. El documento expresa preocupación de que los maestros religiosos en su mayor parte tienen fácil acceso a los medios de comunicación. Existe el sentir que el laicismo debería tener un mayor espacio en la programación.
Preparémonos para la batalla
Si uno lo considera o no, si uno lo percibe o no, si uno lo entiende o no, estas filosofías le ponen sitio a nuestra mente: programas de radio, programas de televisión, películas, hasta el periódico. ¿Cómo lo combate uno?
Obviamente la primera línea de defensa es conocer e identificar al enemigo. ¿Cómo lucha uno contra algo que no percibe? Consideremos las afirmaciones de la declaración citada anteriormente y mantengamos nuestros ojos abiertos ante la expectativa de sus manifestaciones. Recordemos las palabras de 1 Pedro 5:8-9: "Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe. . ."
Velemos, mantengamos los ojos abiertos, vigilemos, resistamos. Nuestra batalla requiere que sigamos la amonestación de Pedro conforme nos enfrentamos al enemigo en combate mental.
Pensemos acerca de lo que vemos. Reflexionemos en lo que leemos. ¿De dónde viene? ¿Qué es lo que quiere que pensemos? ¿Es esta la manera como Dios piensa? Vigilemos la puerta de nuestra mente.
Consideremos que el arma más poderosa en nuestro arsenal es un firme conocimiento de la Palabra de Dios y un profundo respeto por ella. Mantengámonos cerca de Dios en estudio y meditación acerca de su Palabra. Conozcámosla, pensemos en ella, vivamos de acuerdo con ella.
Pablo era un hombre bien consciente del mundo que lo rodeaba, un hombre que había estado en el centro del liderazgo judío antes de su conversión, un hombre bien consciente de las filosofías de su tiempo. En su carta a la iglesia de Corinto les instó a estar preparados para la batalla por la mente: "Aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo" (2 Corintios 10:3-5).
Consideremos el consejo de Pedro y Pablo en la batalla por la mente.

1 comentario:

  1. muy interesante, fácil de leer y de verificar en la Biblia
    seguiré este blog por mucho tiempo más.
    un abrazo
    DANY

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